Cómo mi héroe salvó la Navidad.
Era mi turno, cogí el paquete con mi nombre, envuelto en rojo con abundantes manchas blancas como la nieve. En la parte superior, un lazo perfecto hecho de terciopelo posaba esbelto en lo alto del precioso envoltorio. Desnudé inquietamente la perfecta vestimenta de mi regalo, y al ver lo que sostenía en la mano, el cuerpo se me estremeció como si la ilusión de muchas personas estuviese en mi poder en ese mismo instante.
Al ver lo que ocurría a mi al rededor, las caras de desconcierto en el rostro esquelético de los demás niños, me aclaraban que nadie había colocado el misterioso regalo a los pies del árbol que permanecía firme en el centro del salón, junto al belén que habían construido los más pequeños del orfanato que estaba situado a las afueras del centro mugriento.
Se trataba de un extraño artefacto del tamaño similar al de una manzana, hecho de lo que parecía ser cristal y en el centro de él, se encendía una luz roja parpadeante en el que se distinguía una fecha: 25/12/2013. Esa fecha indicaba el día de mañana, como era de costumbre, en el orfanato celebrábamos la Navidad un día antes porque el 24 de Diciembre por la tarde, cada niño, recibe todos los años a una familia honrada dispuesta a darnos ese cariño especial que el espíritu navideño es capaz de conseguir.
Tras muchas horas pensando en ese extraño artefacto, por más que lo mirase, no conseguía averiguar cómo había llegado hasta allí, ni descifrar qué mensaje me quería transmitir. Ya había llegado la hora de marcharme a casa de la familia que me habían asignado este año. Se trataba de una casa pequeña de dos pisos situada en Humphreydale, en medio de una calle oscura, silenciosa, y poco iluminada. En aquel lugar parecía que la Navidad nunca se había celebrado.
Al llegar a la habitación que me había ofrecido la pareja de ancianos, coloqué nuevamente el misterioso objeto esférico sobre mis manos, esta vez noté un ligero mareo y una extraña sensación que me advertía del gran poder que ocultaba aquel maravilloso artefacto. Fijé la mirada firme en el infinito fondo blanco y oscuro de aquel objeto, y divisé la misma luz roja parpadeante que se hacía cada vez más intensa. En ese mismo instante pude distinguir una nueva cifra, esta vez era una serie de números: 14-1-23-9-4-1-4.
Cuando aparté mi vista de él, me di cuenta de que el anciano de larga melena blanca, con ojos grandes y claros, nariz picuda y un rostro marcado por un sin fin de viejas cicatrices, se acercaba hacia mí con una velocidad vertiginosa, casi imposible para alguien de tan avanzada edad, golpeó sobre mi brazo derecho y dijo: -¡Insensato! ¿No sabes que ese objeto es muy peligroso? Si llegas a estar un segundo más mirando el Semir, te habría absorvido para siempre. -¿Semir? pregunté estupefacto por la situación. -Sí, contestó él. Es un legendario gadget que utilizaban los antiguos Héroes de Hero Zero para derrotar a los malvados villanos. -Pero todos sabemos que ya no existen, contesté abrumado.
El anciano me contó que todavía seguían existiendo héroes con poderes ocultos, ni ellos mismos eran conscientes de que albergaban en su interior un don tan peligroso. Cuando el último villano fue derrotado, los cinco héroes de la hermandad Hero Zero hicieron un pacto. Ocultarían el Semir en un cofre y cada uno recibiría un número de las coordenadas exactas. Cinco héroes, cinco números, así nadie podrá descubrir jamás el poderoso artefacto por el bien de nuestro planeta Yoyodyne.
El pavo que había hecho la anciana estaba blando y jugoso, acompañado de unas patatas doradas y una salsa naranja de un sabor exquisito, me hacía recordar que la comida del orfanato estaba asquerosa. Durante la cena, la anciana me contó que su esposo estaba muy intrigado en el Semir. Según la leyenda de Yoyodyne, el Semir fue creado para derrotar al malvado villano Grinch, quien robó la magia de la Navidad encerrando a Santa en una caja del olvido, desde aquel día todos dejaron de recibir regalos la mañana del 25 de Diciembre, hasta que se tomó por costumbre que los familiares se harían sus propios regalos. Entonces la interrumpí y le pregunté entusiasmado -¿Qué es la caja del olvido? Me dijo que la caja del olvido es una maldición que encierra a una persona dentro de una habitación oscura, sin paredes y sin límites, de la cual es imposible salir. Consiguiendo que cada día consumido, las personas de fuera irían olvidando poco a poco su existencia hasta que ya no distinguiesen si esa persona era real, un sueño, o una absurda leyenda.
-¡Basta ya! interrumpió el fornido anciano que estaba escuchando desde la cocina. -Todos sabemos que el Semir es real y alberga un gran poder, pero la historia de Santa no tiene nada que ver con él. Dijo el anciano frunciendo el ceño. -¡Si el Semir es real, los héroes y el Grinch. Santa y su maldición, también lo son! Y nadie más que tú sabe que la leyenda es cierta. Contestó la anciana con tanta rabia que me dejó sin aliento. Tras un prolongado silencio dije titubeando -He... he visto un... una fecha y un código dentro del Semir. Se me hizo eterna esa frase. -¡¿Cómo dices?! dijo el anciano sobresaltado. -¡Te lo dije cariño! Añadió el anciano saltando de alegría y entusiasmo, como si fuese un niño pequeño paseando en las pobladas calles de una feria navideña. -Sabía que no me equivocaba, el chico posee un don y será capaz de activar el Semir.
No comprendía qué tenía que ver yo con el Semir, ni cómo había llegado él hasta mí. Trataba de asimilar todo, ahora al anciano le encajaban todas las piezas, pero a mí no me paraban de asaltar dudas como si quisieran apoderarse de mí. -Y... ¿Qué es lo que viste dentro del Semir, chico?. -Nada interesante, una fecha que indica el día de mañana y una serie de números. -¡¿Una serie de números?! Preguntó gritando. -Así es, afirmé. -¿Y qué serie de números viste en el Semir?. Le confirmé la serie de números que, a pesar de las emociones del momento, pude memorizarlo como si fuese mi nombre (14-1-23-9-4-1-4). Quedó todo en silencio, no se oían ni los chasquidos de la leña seca que ardía estrepitosamente en la chimenea del comedor. -¿Te suena familiar? Pregunté, interrumpiendo el prolongado silencio. -Creo que va siendo hora de que te lo explique todo, muchacho.
Los cinco héroes de la hermandad que custodiaban la ubicación exacta del Semir, fueron muriendo uno a uno, y con ellos, se fueron perdiendo las coordenadas. Todos dimos el Semir por perdido durante muchos años, hasta que hace a penas unos días alguien llamó a la puerta y dejó una pequeña bolsa. Al abrir la puerta y ver que no había nadie, me quedé mirando a la solitaria bolsa que quedaba a pocos centímetros de mis pies. Al descubrir lo que había dentro, reconocí inmediatamente de qué se trataba. Cuando cogí el Semir, me mostró una visión, esa visión me desveló lo que tenía que hacer. Así pues, tal y como él me pidió, metí el artefacto en un paquete y lo envolví con papel de regalo, finalicé la obra haciendo un perfecto lazo del más suave terciopelo y lo deposité nuevamente en la bolsa. Dejé la bolsa en el mismo lugar donde la había recogido y cerré la puerta. Al abrirla pocos segundos después, ya no había ni rastro de ella, ni divisé a nadie en la solitaria y oscura calle. -Pero eso no explica que me asignaran tu casa para el día de noche buena. Dije, totalmente confuso. -Es cierto, pero me ofrecí voluntario para recibir a un niño este año porque tengo un viejo amigo muy persuasivo, quien ahora sospecho que es el responsable de asegurarse que te asignaran mi casa, y seguramente quien se ocupó de llevar el Semir hasta allí. -Creo que es hora de hacerle una visita a tu viejo amigo.
Eran aproximadamente las 22:30 cuando llegamos a casa del viejo amigo del anciano. Hacía años que no visitaba The Big Crumble. Allí, los enormes edificios rozaban el cielo y las calles estaban repletas de personas que caminaban rápidamente para llegar a tiempo a sus oficinas y puestos de trabajo.
Por fin estábamos en casa del viejo amigo del anciano, me quedé totalmente sorprendido cuando vi aquel chico. ¡No era más que un chaval! Como mucho, tendría un par de años más que yo. No perdía detalle de la conversación cuando intentaban descubrir entre ambos qué significaba ese código que me transmitió el Semir, hasta que el chico me dijo -Ahora quiero que prestes atención, cogerás nuevamente el Semir, cerrarás los ojos y pensarás en el código. -¿Es peligroso? Pregunté asustado -Lo es, me dijo el anciano, pero es un riesgo que tendremos que asumir. -Está bien, pero no sin antes saber de qué os conocéis. -Muy bien, respondió el chico.
Cuando el malvado villano Grinch, ladrón de la Navidad, encerró a Santa en la caja del olvido, estaba dispuesto a acabar con todos los festejos que alimentaban las ilusiones de las personas. Entonces, todos los héroes de Yoyodyne incluidos los cinco de la hermandad Hero Zero, lucharon juntos para derrotar al Grinch con el Semir. Tras ser derrotado, la maldición de Santa duraría para siempre y jamás volvería a este mundo. Por desgracia, es el precio que tuvimos que pagar para no perder lo demás, por eso ahora la Navidad casi no se celebra, quedando en el olvido.
-Yo soy nieto de uno de los cinco héroes, dijo entonces el joven. Encontré el Semir gracias a las investigaciones de mi difunto padre, quien murió en su busqueda. Y este anciano que ves, era un gran amigo de él, así fue como le conocí. Cuando encontré el Semir, me mostró mi misión. Yo fuí quien llevó el artefacto a la puerta de mi viejo amigo, y quien se aseguró de que te asignasen su casa. Sea como sea, el Semir quería llegar hasta tí, a través de nosotros, en secreto. Pero no sabemos con qué fin te ha llamado hasta que empatices con el Semir haciendo lo que te he dicho. -Que remedio me queda, pense en mi interior.
Cogí el artefacto, cerré los ojos mirando al suelo y me concentré en pensar únicamente en el código (14-1-23-9-4-1-4) fue entonces cuando en una oscura habitación, creada por mi mente, no paraba de divisar letras y números. Todas parpadeaban desordenadamente, pero me di cuenta de que, a cada letra siempre le correspondía el mismo número, y al final de la sucesión, se me aparecía un camino que se iba dibujando en un mapa extraño hasta llegar al destino. -¡DESTINO! Grité al despertar, he descubierto lo que significa el código. Parece ser que indica un lugar en un mapa extraño. Ambos se quedaron mirándose arqueando las cejas -Cada letra se correspondía a un número, expliqué. Salían todas las letras del abecedario desde la A hasta la Z, y en cada letra siempre aparecía el mismo número. La letra A se presentaba acompañada del número uno, y la letra Z del número 27. Después de eso, divisé un camino sobre un mapa extraño que iba avanzando hasta llegar a un destino.
-¡Ya lo tengo! Dijo de un sobresalto el anciano. Si asignamos una letra del abecedario a cada número, con su orden correspondiente, quizá salga una palabra que nos indique el camino. Así pues, nos pusimos manos a la obra.
14->N
1 ->A
23->V
9 ->I
4 ->D
1 ->A
4 ->D
¡NAVIDAD! Gritamos los tres al mismo tiempo que descubríamos la palabra. -Pero esto no es un destino, dije, perdiendo la esperanza que me había otorgado descifrar el código. -Lo es todo, dijo el joven. Es el destino de la Navidad, si miramos los números, marcan una ubicación exacta. -¡Y eso, eso es el destino! Gritó alegremente el anciano. -¿Qué queréis decir? No entendía nada -Lo que queremos decir, es que seguramente en esta ubicación hallaremos algo que nos lleve a la caja del olvido escondida en secreto por el Grinch, o mucho mejor todavía, puede que nos lleve directamente hasta ella.
Así pues, nos pusimos rumbo a la Navidad. -La ubicación no está muy lejos, así que no tardaremos en llegar. -Hay algo que todavía no entiendo, dije de camino a la Navidad, ¿Qué significado tene la fecha?. -Mier... ¡La fecha! gritó el anciano, debemos llegar allí antes de que sean las 00:00 o el Semir no nos dejará acceder. -Tranquilo viejo, ya casi hemos llegado y nos queda media hora, dijo el joven riendo con toda esperanza. -¿Y qué pasaría si no llegamos a tiempo? -En ese caso, perderíamos tal vez la última oportunidad de recuperar la Navidad.
-Ya hemos llegado, dijo el joven. -Nos quedan veinte minutos para encontrar la caja del olvido, si no la encontramos no podremos acceder a ella. El lugar donde nos encontrábamos no era más que un enorme descampado a penas iluminado a las fueras del State Capitol, no había rincones que buscar, puertas que atravesar, armarios que desordenar, ni si quiera se podía excavar en la superficie dado que el terreno era seco y duro. Los nervios se íban apoderando de nosotros cuando faltaban tan solo diez minutos para la fecha límite. Entonces, el anciano dijo -Si la caja del olvido es una sala que no tiene paredes, ni puertas... seguramente tampoco sea un objeto o una caja en concreto, tal vez, la única forma de acceder es a través del Semir. -¡Claro! grité, lleno de esperanza. Saqué el Semir del bolsillo de mi chaquetón, pero... nada, no sentía nada. Parecía una canica gigante de un color gris oscuro que no dejaba ver más allá de la cara expuesta, ni si quiera podía ver mi mano sujetando la esfera por la parte de abajo. -¡Insensato! gritó el anciano, y volvió a pegarme un golpetazo en el brazo con una rapidez pasmosa, me quitó el Semir y entonces empezó a brillar. Una luz blanca cegadora iba emitiendo desde el artefacto hasta obligarnos a taparnos los ojos y cubrir completamente al anciano. Para cuando me quité las manos, el anciano y el Semir habían desaparecido por completo.
Ahí estábamos, el joven y yo en medio de un desierto descampado en las afueras del State Capitol, pasmados como dos pajaritos. -Posees el don, dijo entonces el chico. -¿El don? ¿A qué te refieres?. -Sólo los héroes pueden interactuar con el Semir, si eres capaz de hacerlo, es que eres un héroe, y el Semir ha llegado hasta tí por algún motivo. Tal vez hoy no seas el héroe que salve la Navidad, pero en un futuro podrías ser el héroe que salve al mundo. Me quedé estupefacto, si el Semir me había llamado después de tantos años oculto, es que quería algo de mí. -Pero todavía no hemos salvado la Navidad, dije tratando de liberarme de aquella presión. Y si el anciano también a simpatizado con el Semir, eso quiere decir que es un héroe. -Efectivamente, afirmó el chico. Al igual que tú y que yo.
Miré mi reloj, y tan sólo quedaba un minuto. De repente volvió la luz cegadora y pude distingur de entre los rayos, dos siluetas. Ahí estaban, el anciano y... ¡SANTA! ¡Por fin había vuelto la Navidad! Pero todavía quedaban asuntos por aclarar.
-Tengo una larga noche chicos, he de repartir muchos regalos en poco tiempo, y eso sólo puedo hacerlo yo. No tengo tiempo para daros las gracias, pero cuando habráis mañana vuestro regalo quedaré en paz con vosotros. Dejó escapar un silvido y del cielo bajaron unos hermosos renos arrastrando un carro enorme de madera roja, decorada con bolas de colores, cintas navideñas y un saco enorme detrás. Era imposible levantar ese saco sin ayuda.
Cuando llegamos a casa del anciano, la gente había cambiado. Ahora la calle estaba llena de vida, las luces de colores decorando todas las casas, villancicos sonaban desde una punta hasta la otra, muñecos de nieve que, atraían los pájarillos más atrevidos con sus brazos, y niños que no paraban de tirarse bolas de nieve entre ellos. Todo eso, teniendo en cuenta que ¡Era de noche! Sin duda, la Navidad había sido salvada, había regresado devolviendo la ilusión a la gente, y lo que es más importante, el auténtico espíritu navideño había conquistado nuevamente nuestras almas.
-Chico, con todo este jaleo, no nos hemos presentado. -Airon (Iron) se llama el chico, dijo el joven. Sé su nombre porque el Semir me lo enseñó, y fuí yo quien puso su nombre en el envoltorio. -¿Y cuál es tu nombre? Pregunté al anciano.
Después de todo, yo sólo fuí una llave para acceder a Santa, no se puede decir que soy el héroe que salvó la Navidad, simplemente abrí la puerta oculta que impedía el paso a la caja del olvido, quien realmente salvó la Navidad fué el anciano, el elegido para acceder dentro de ella y salvar a Santa, su nombre es... Author.
--------------------------------
Nombre: Author
Servidor: Es2
--------------------------------