Era 24 de diciembre y estaba yo ahí, donde siempre, atento, vigilante, en la azotea de mi bonito piso en el bonito barrio de Little Whinging. Era una noche especialmente fría. Pero no podía evitar que mi fuerte sentido del deber me llamara, incluso esta noche, en la cuál mi familia estaría reunida, celebrando y festejando una de las noches más bonitas del año, Nochebuena.
Todo era como siempre, todo tranquilo, salvo algún coche que pasaba de vez en cuando, - seguramente algún padre que ha dejado para último momento comprar los regalos de sus hijos - pensé. La noche se iba cerrando, y se acercaban las doce.
Fue en un instante de mayor tranquilidad cuando el estruendo azotó el lugar. Un estallido, precedido de una fuerte luz verde, que me cegó. Los cristales se rompían, el suelo temblaba, todo estaba... todo estaba mal.
Me incorporé después de caerme al suelo. Estaba impresionado. ¿Qué había sido eso?
Descendí por un canalón hacia el piso de abajo, para acercarme a la zona en la que había sido aquel estruendo, en donde se levantaba una gigantesca nube de humo.
Corrí y corrí calle abajo, llegando a donde había ocurrido todo, la plaza mayor.
Al llegar pude observar que la gente había salido de sus casas y se había arremolinado alrededor de lo que parecía una especia de saco rojo. Me acerqué, poco a poco, y con cierto desazón. Pedí a las personas que por favor se apartaran del objeto, enseñando mi placa del Hero Zero Department, que me dejaran observarlo de cerca.
Cerca ya de lo que parecía un saco, me dispuse a tocarlo, pero no lo haría directamente, sino que alargué mi bastón de super fuerza que llevaba en la espalda. Lo toqué y, qué gran error. Aquél objeto, que era de metal, empezó a moverse en círculos. De repente se alzó al aire y empezó a formar un remolino. Parecía estar atrayendo partes de diferentes lugares de la plaza, partes de: SU CUERPO! Se estaba empezando a formar una especie de robot gigante. Pensé que era una locura, pues esta tecnología no se había descubierto aún, pero ahí estaba, en nuestras caras, formándose una especie de robot regordete de la nada.
Cuando terminó de formarse me dí cuenta que no era otra cosa más que un robot de: PAPA NOEL! Qué extraño.
Todos se quedaron pasmados, ahí quietos, sin poder moverse. Yo sabía que esto no iba a ser nada bueno, así que cogí mi Heromóvil y me dispuse a llamar a mi compañero, TerroL. En ese momento el robot gigante habló con una voz muy fuerte: - Ciudadanos de La Tierra, he venido a apoderarme de vuestro gobierno. Me envían desde un planeta en el sector B-82 con esta forma que seguramente os será conocida para llevar a cabo mi tarea. Esta tarea, dado experiencias pasadas que tuvimos, será por las malas.
En aquel momento recuerdo que todo el mundo empezó a correr. Por todas partes, gente gritando y corriendo. Justo entonces el robot abrió la boca, una enorme boca, y salió de ella un rayo verde, que empezó a pulverizar a las personas. - No! Grité.
Tú ojalata, sígueme! Estaba dispuesto a hacer que ese robot maldito me persiguiera hasta el cuartel Hero de este barrio. Entre todos los héroes podríamos acabar con el.
Así fue. El robot comenzó a seguirme, disparando y riendo, hasta el cuartel de héroes. En ese momento sonó la alarma del cuartel, y comenzaron a salir héroes de todas partes, con sus secadores, sus fustas y sus mandos a distancia intergalácticos, acompañados además de sus fieles mascotas. En ese momento llegó la mía, un simpático gatito pardo, con sombrero y todo.
Viendo aquella guerra en marcha, fui corriendo hasta el robot. Mis aliados habían conseguido arrancarle un brazo y la mano del otro. Aproveché para subir desde su brazo aún pegado a él, hasta la cabeza, y saqué mi tapacubos camuflado, dándole golpes en el cuello hasta partirlo. Fue en aquel instante cuando se apagaron sus ojos, y el robot cayó al suelo levantando escombros y nieve.
Habíamos salvado la navidad, y lo que es más importante, habíamos salvado la tierra. Pero entonces...
UnTerroL s2 españa 
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Este tema ha sido editado por iMocZ: 18 December 2013 - 12:51 AM
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<3
. Conseguimos todos los regalos que robó malintencionadamente a Papá Noel, y ya de paso, les devolvimos a sus renos sus calientanarices añorados, lo que más difícil se nos hizo fue arreglar el destrozo que el villanito de las narices le causó al trineo de Papá Noel, para ello necesitamos diez velitas para alumbrar la oscura noche, y entre apañito por aquí, apañito por allá, la cosa salió bien (bueno… por lo menos hacía su función… el resto no cuenta 
Pero nosotros éramos felices, logramos salvar las Navidades, la ilusión de los más peques, y esto, queridos héroes no tiene precio alguno.....
